Un documental sobre música, pérdida, amor y dolor.
Jaime tenía divididos todos los espacios, en casa, en ciudades, países, pueblos... y uno de los países era Cabriante...
Cabriante es un lugar que existe en la imaginación de un niño, lleno de ideas y de talento creativo, Jaime. Probablemente super dotado o al menos dotado de una hiperactividad por todo lo cultural o lo artístico para su edad. Cuando tenía tan solo 12 años ya había creado multitud de países imaginarios y desarrollado su creatividad en pintura, fotografía, escritura y música. Cabriante fue el último de esos países que ocupaban espacios y lugares rutinarios y cotidianos de la casa de sus padres. Guardaba documentos donde describía cada país y territorio con todo tipo de lujo de detalles. Jaime ya no está y nadie recuerda dónde se ubica ese último país. Tras su trágica pérdida los padres de Jaime, Vicente y Paz, destruidos por el dolor, comenzaron a buscar formas para sobrellevar el vacío que les había dejado. La solución terapéutica fue la creación de un concurso de niños violonchelistas a nivel nacional en su memoría. El violonchelo era uno de los instrumentos que él tocaba.
Ambos padres lo recuerdan como un pequeño extraterrestre, como un Principito, y lo tienen tan presente como si estuviera vivo todavía. Reconocen pequeñas señales que él les envía, con humor, con optimismo, con nostalgia. Cada palabra y cada recuerdo es hermoso y sanador.
Simultáneamente, a la historia de Jaime, hay un concurso en marcha. Los más grandes virtuosos del violonchelo de España, menores de edad, se reúnen cada año para medir sus fuerzas y convertir en belleza algo del dolor y la ausencia que dejó Jaime al marchar. Ese mundo imaginario que ya no está se enmarca en paisaje de western, con caballos y con un cowboy, su padre, y con una banda sonora clásica con decenas de niños interpretando solos de violonchelo. Y todo con la impecable determinación de recordar, de no olvidar, y de transformar todo el dolor en belleza.